Estamos ante nuevos tipos de adicción que afectan cada vez más al sector pre adolescente. El uso excesivo de teléfonos móviles, sms, redes sociales, videojuegos y sobretodo la gran “caja tonta” la televisión absorben el tiempo de los niños y niñas que sin darnos cuenta se están convirtiendo en verdaderos “adictos” a las nuevas y viejas tecnologías.
Si nosotros los adultos y por consiguiente sus educadores no les marcamos unos límites y unas pautas en el uso de estas tecnologías recreativas un preadolescente corre el grave peligro de convertirse en todo un “yonqui” de los media.
La expresión tan sumamente manida de uso y abuso cobra sentido en este campo. Pues las TIC y los medios como las redes sociales pueden ser una gran herramienta para su desarrollo, aprendizaje y formación hacia la adolescencia. Pero si dejamos a los niños “solos y descontrolados” en el uso de estas tecnologías, el abuso de estas puede desembocar en una adicción propiamente dicha. Veamos los resultados de esta investigación: Según el portal Ciberfamilias.com, promovido por diferentes instituciones públicas y organizaciones, «entre los alumnos de Primaria que acceden a internet, un 24,5% siente la necesidad de conectarse con frecuencia»; mientras que en el alumnado de ESO el porcentaje sube hasta el 36% y, en Bachillerato, un «50% reconoce sentir esta necesidad».
A esto se le suma el mal uso y consumo de la Red como se ve en un estudio de seguridad infantil y costumbres de los menores en internet, realizado por las ONGs Acción Contra la Pornografía Infantil (ACPI) y Protégeles –para el Defensor del Menor–. Allí se refleja que un 37% de los menores que se conecta habitualmente a internet reconoce «sentir la necesidad de conectarse a internet con frecuencia». Entre los datos del estudio se puede comprobar además que «casi la mitad de los menores que se conecta a internet lo hace con mucha frecuencia», «un 36% se conecta fundamentalmente para chatear», «el 18% de los menores accede a chats específicos sobre sexo», o que «un 14,5% de los menores encuestados ha concertado una cita con un desconocido a través de internet».
El caso de los teléfonos móviles es bien distinto. El terminal es casi un elemento más de la persona. En otro estudio realizado por Protégeles sobre el empleo de telefonía móvil se descubre ciertos porcentajes de dependencia. Así, «muchos menores afirman desarrollar intranquilidad e incluso ansiedad cuando se ven obligados a prescindir de su teléfono móvil, normalmente como consecuencia de una avería o de un castigo. Si bien el 62% de los menores que utiliza teléfono móvil afirma no sentir nada especial cuando se ve obligado a prescindir de él, encontramos a un 38% que desarrolla reacciones adversas: un 28% afirma haberse sentido agobiado, y un 10% haberlo pasado fatal sin su móvil». Incluso se refleja que un «11% de los menores con teléfono móvil afirma haber llegado a engañar o mentir a sus padres» para recargar el saldo de su terminal. Asimismo, entre los productos más demandados están los tonos y las melodías, adquiridas ya por un 77% de los menores con móvil; los logos y fondos ocupan el segundo lugar con un 68%.
El fácil acceso a las nuevas tecnologías, en este caso lo móviles, hace de los jóvenes y menores un sector más propenso a la adicción. Lá denominada por algunos como «la generación del pulgar» puede desarrollar una serie de síntomas que hacen pensar en una adicción al móvil, como son el mal humor, la agresividad, el aislamiento social o la decadencia en los estudios. De nuevo habría que sacar a relucir el debate entre la realidad de una adicción o el mal uso y consumo. Sea como fuere, lo cierto es que ya se han creado los primeros centros para el tratamiento de jóvenes adictos al móvil.
Por último, los videojuegos han sido protagonistas de múltiples polémicas sobre su uso, consumo y acceso. Uno de los últimos estudios más llamativos ha sido el realizado por Ralf Thalemann, del Instituto de Medicina Psicológica de la Universidad Chanté de Berlín. Las conclusiones han sido recogidas por los medios de comunicación de medio mundo ya que se afirma que «las reacciones cerebrales de las personas que juegan con videojuegos en exceso son similares a las de los alcohólicos o los adictos al canna-bis»; aunque, eso sí, no crean dependencia física.
Aun así, la pantalla más empleada por los menores y jóvenes en su tiempo libre sigue siendo la televisión. Los últimos datos sitúan el consumo catódico de los menores en una media diaria de 218 minutos -3 horas y 40 minutos-. Es decir, que al acabar un año, los niños habrán estado más horas frente al televisor que en clase. Aquí no se habla de adicción como tal, sino de un mal consumo y uso del televisor, sobre todo porque hay que contar que esas casi 4 horas ante la tele no son de programas educativos y divulgativos.
Televisión, videojuegos, móvil, internet… Se avanza hacia la interconexión en un mundo global, pero habrá que volcar los esfuerzos en informar y formar en el uso de las pantallas.
Belén Ciutad Rami
Guía práctica de actuación para padres, tu tutores y profesores
– Comprar un móvil al niño solo si la situación familiar lo exige (padres separados por diversas razones (sentimentales, geográficas etc.) Un niño no tiene necesidades de llamar a otras personas porque no tiene la suficiente consciencia y solo ésta se le desarrollará con el tiempo, pero nunca a una edad pre adolescente.
– No dejarles que lleven el móvil al colegio, pues es una distracción innecesaria y un problema para los docentes.
– Limitar las horas frente al televisor y frente a las pantallas en general. Controlar los contenidos que visitan en internet (en casa) y enseñarles a buscar materiales recreativos y juegos adecuados a su edad. Llevar un control en sus horas de recreo (con el ordenador, las video consolas y los móviles) para que su uso no acabe siendo nocivo en su desarrollo personal y para que sobretodo no acabe desembocando en una adicción.
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